El Valle de Rodellar es sinónimo de agreste, salvaje e indómito. Lugar mágico donde las brujas esculpieron con sus propias manos las afiladas agujas del majestuoso cañón del Mascun. Aquí, el cielo, además de azul y estrellado se adorna con las idas y venidas de grandes águilas reales y buitres leonados.
Los ríos de aguas finas y bravas siguen cicatrizando sin piedad la roca caliza abriendo paso como una serpiente recorriendo su propio camino...Recóndito lugar en el que arneses, cuerdas y neoprenos se confunden entre cascadas, bozos, marmitas y grandes caos de roca donde el agua hable y gime.
Mas abajo, las surgencias de Custodia y San Cristobal aportan bellas aguas de color esmeralda configurando profundas y largas badinas en el tramo de Barrasil.
El rió se esconde tras sobrepasar el pueblo de Pedruel para resurgir con renovada fuerza y belleza en los tramos de San Martín y los Fornazos, lugares de antiguos carboneros y afamados pescadores de truchas.
Arriba en lo alto... La cabeza de Guara, pico de 1900 metros que en Invierno se deja acariciar por el manto de la nieve mientras que en verano se engalana con el amarillo de la flor del erizón. Y es justo en ese enclave donde uno se da cuenta que esta a caballo entre dos mundos, seducido por la gran biodiversidad...
El silencio de la naturaleza se deja sentir en esta parte del Parque de la Sierra y los Cañones de Guara. Sendas centenarias y paredes de piedra seca te introducen en la meseta de Otin, donde pueblos y pardinas se desmoronan ante el implacable paso del tiempo. Lugares irrepetibles y sensaciones distintas en el dolmen de Losa Mora o la Ermita de Nasarre y por que no...del canto del Búho y del transitar de las cabras asilvestradas.
"A Balle de Rodellar" es todo un mundo a descubrir. Sus secretos están a la espera de tu respetuosa visita. Solo resta decirte que el corazón y el alma humilde esta presente en todos los rincones de este "balle".
